domingo, 8 de mayo de 2016

COMO AYUDAR A LOS NIÑOS A AFRONTAR LA PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO




En distintos momentos durante los años que llevo trabajando con niños he tenido este tipo de consulta, como comunicar la pérdida de un ser querido a un hijo. No solo es importante como comunicárselo, sino también como ayudarle a superarlo, como detectar que no está haciendo un duelo normal, como acompañarlo en los miedos que surgen a raíz de un acontecimiento tan duro.
A continuación expongo unas pautas generales que espero cubran suficientemente todo lo concerniente a este tema, con el objeto de que padres, profesores, familiares.....puedan manejar la situación.

"Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y sobre todo después, hace que los menores no se sientan culpables, deprimidos o asustados. Cuando ayudamos a nuestros hijos a curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de todas, la muerte de un ser querido, los estamos dotando de unas capacidades y una comprensión importantes, que le servirán para el resto de sus vidas."

En la infancia el carácter y los recursos personales del individuo están en proceso de desarrollo, existe una gran dependencia del adulto para afrontar y resolver las situaciones problemáticas. La reacción de un niño frente a la perdida dependerá de las circunstancias externas y de la actitud de los adultos que lo rodean. Las experiencias de pérdida son parte del desarrollo infantil y según como se resuelva esta situación determinará la capacidad de afrontar y resolver experiencias de pérdida posteriores. La muerte o pérdida de uno de los padres, es uno de los mayores estresores a los que un niño debe enfrentarse.


Es necesario ir dividiendo en etapas la idea y reacciones de los niños frente a la muerte.

- En la primera infancia y edad temprana: entre doce meses y tres años de vida. En el caso de que sea la figura materna la persona que fallece y el hijo quede en manos de extraños en un lugar desconocido, la respuesta inicial es de protesta, llora a gritos, sacude la cuna, está alerta ante cualquier señal visual o auditiva que pudiera revelarle la presencia de la madre ausente. Tarde o temprano la desesperanza aparece y el niño se vuelve apático retraído. No pueden comprender el significado de la muerte, y es vivida como un abandono y representa una amenaza a la seguridad.
- De cuatro a seis años: para los niños menores de 5 años, la muerte es algo provisional y reversible. Hay que ser pacientes y explicarles una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la muerte. La persona que ha muerto para esta edad, sigue comiendo, respirando y existiendo y en algún momento volverá. Por lo que en lugar de decirle que "se ha ido", "lo hemos perdido", " se ha quedado dormido para siempre", es mejor decirle que ha muerto, las expresiones anteriores le pueden hacer pensar: ¿y si me pierdo yo y no sé volver a casa? o sentir miedo a no despertarse.....esto aumentaría su miedo a morir o ser abandonados, y crear más ansiedad y confusión. .
Para que comprendan la muerte, suele ser útil hacer referencia a los muchos momentos de la vida cotidiana donde la muerte está presente: en la naturaleza, muerte de animales....
Algunas respuestas posibles:
Perplejidad: confusos sobre lo ocurrido y se niegan a creerlo.
Regresión: se hacen pipí en la cama, piden biberón, se chupan el dedo.....
Ambivalencia: parece no afectarles en absoluto, esto es bastante común, significa que no han aceptado o afrontado la muerte, elaborarán el duelo alternando preguntas y expresión emociona, con intervalos en los que no mencionarán para nada el asunto. Sienten rabia por el abandono, lo expresan con irritabilidad, pesadillas, juegos ruidosos, travesuras.....pudiendo dirigir la rabia a un familiar cercano.
Expresan su dolor a través de los juegos: juegan a morirse al entierro, son comportamientos normales que deben ser respetados para que el niño realice un duelo adecuado.
Toman a sus padres como modelo: No es malo que los niños vean el dolor y la tristeza. Cuando mostramos lo que sentimos, el niño nos percibe más cercanos, y es más fácil que nos diga el también, lo que le está pasando. Si los padres no se inmutan tras una muerte para no entristecer a sus hijos, puede hacer que estos congelen sus emociones, o si por el contrario muestran un dolor extremo o una conducta histérica, su hijo puede imitar su comportamiento.
Miedo a morir o a otra pérdida:
Hay que explicarles que no tienen nada que temer.
Establecen vínculos afectivos: podemos ayudar al niño dándole un objeto personal del fallecido, que este conserve como un recuerdo precioso y una forma de unión íntima con él.
El niño puede establecer vínculos afectivos con otros adultos que se parezcan al difunto o tengan unas cualidades similares (un familiar, la maestra, el psicólogo....). Esta conducta es bastante común y no significa que el padre superviviente no satisfaga las necesidades del niño.
Comprueban la realidad: al cabo de semanas preguntan por el fallecido  lo buscan por casa.

- De seis a nueve años: este grupo de niños distingue la fantasía de la realidad y pueden experimentar un sentimiento de culpa. Algunas respuestas habituales:
La negación: negar la muerte incluso con agresividad, o estando más contentos y juguetones que de costumbre. Esta negación indica un dolor tan profundo que intentan levantar un muro para que la muerte no les afecte. Necesitan llorar la perdida y es posible que necesiten permiso para hacerlo. " No tienes que mostrar tu tristeza a todo el mundo, pero puedes compartirla conmigo y si tienes ganas de llorar y de estar solo, me parece bien, cuando estés así durante un rato, puedes hablar de como te sientes con alguien."
La idealización: pensar que el fallecido era la persona más lista del mundo, les permite mantener una relación imaginaria con la persona fallecida.
La culpabilidad: si además de la negación fingen ser valientes como parte de esta, los adultos pueden aumentar el sentimiento de culpa al corregirlo o enojarse con él al parecer que la muerte no le importe.
El miedo a la vulnerabilidad: esto les puede hacer actuar con bravuconería o agresividad.
Se ocupan de los demás: asumiendo el papel del fallecido y cuidar de sus hermanos más pequeños.....
Buscan a la persona que ha muerto: van de una habitación a otra, la mejor respuesta es dejar que sigan buscando. Les puede consolar saber que nosotros también a veces sentimos el deseo de hacerlo.

Mitos relacionados con la muerte de un ser querido:

- "El sufrimiento y el duelo infantil son de corta duración". En realidad "este dolor nunca termina".
- "Los infantes y los niños pequeños, no son capaces de sufrir o experimentar el duelo". Al contrario, la expresión no verbal de estas emociones no es reconocida por los adultos.
- "El trauma causado por la muerte de un ser querido siempre ocasiona trastornos emocionales a largo plazo". El sufrimiento es una respuesta normal a la muerte de un ser querido, los niños que reciben apoyo y sienten que sus sentimientos son validados, tienden a desarrollarse normalmente.
- "Para ayudar a los niños que han perdido a un ser querido, se debe de tener como meta "terminar" con su sufrimiento y duelo". Nunca acaban, son procesos que reaparecen a lo largo de toda la vida. Cariño y comprensión ayudan a procesar la experiencia.


Pautas de actuación para ayudar a los niños a afrontar la muerte de un ser querido.

Cuando dar la noticia: pasadas las primeras horas de mayor dramatismo y confusión, buscar un momento y un lugar adecuado y explicarles lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras. "Ha ocurrido algo muy triste. ....ha muerto. Ya no estará más con nosotros porque ha dejado de vivir. Le queríamos mucho y sabemos que ..... también nos quería. Lo vamos a echar mucho de menos".
Si ha sido por un suicidio lo mejor es no ocultarlo, explicarle lo que es el suicidio y responder a sus preguntas.

¿Qué podemos decirles si nos preguntan por qué? ¿Por qué ha muerto?
No pasa nada por decirles que nosotros también nos hacemos esa pregunta, o que no sabemos la respuesta, que sepan que todos los seres tienen que morir. No permitirles que se sientan culpables.

¿Qué se debe hacer?
Mantenerse física y emocionalmente cerca del niño. Sostenerlo en brazos, abrazarlo, escucharle, llorar con él....dejar que duerma cerca, aunque mejor en distinta cama.
Buscar momentos para estar separados, dejarle salir a jugar con algún amigo, y tranquilizarle diciéndole que estaremos ahí por si nos necesita.
El niño intuye enseguida que la muerte va a tener muchas consecuencias en la familia. Aunque estamos muy tristes por lo ocurrido, vamos a seguir ocupándonos de él lo mejor posible.
El  niño puede temer por el familiar sobreviviente, hay que decirle que se encuentra bien y que no le va a pasar lo mismo.
Lo que más les ayuda es reencontrar el ritmo cotidiano de sus actividades: el colegio, sus amigos, sus juegos familiares, las personas que quiere. Garantizarle el máximo de estabilidad posible. No es un buen momento para cambiarlo de colegio por ejemplo.

Permitir que participe en los ritos funerarios.
Animar al niño a asistir y participar en el velatorio, funeral, entierro. Si es posible, es aconsejable explicarle con antelación qué verá, qué escuchará y el porqué de estos ritos.
Si el niño no quiere ver al fallecido o participar en algún acto, no obligarle ni hacerle sentir culpable por no haber ido.

Animarle a expresar lo que siente. Si perciben que estos sentimientos son aceptados por su familia los expresarán.
Tener en cuenta que su manera de expresar el sufrimiento por la pérdida, no suele ser un estado de tristeza y abatimiento como el de los adultos. Es más frecuente apreciar cambios en el carácter, en el humor, rendimiento escolar, alimentación, sueño.....

Es conveniente estar atentos a signos de alerta:

- Llorar en exceso durante periodos prolongados.
- Rabietas frecuentes y prolongadas.
- Apatía e insensibilidad.
- Un periodo prolongado durante el cual el niño pierde interés por los amigos y por las actividades que solían gustarle.
- Frecuentes pesadillas y problemas de sueño.
- Pérdida de apetito y de peso.
- Miedo de quedarse solo.
- Comportamiento infantil (hacerse pis, hablar como un bebé, pedir comida a menudo....)durante un tiempo prolongado.
- Frecuentes dolores de cabeza solos o acompañados de otras dolencias físicas.
- Imitación excesiva de la persona fallecida, expresiones repetidas de deseo de reencontrarse con el fallecido.
- Cambios importantes en el rendimiento escolar o negativa de ir a la escuela.

No debemos apartarle de la realidad, pero si evitar que presencien escenas desgarradoras de dolor, oir frases como "yo también me quiero morir" ¿Qué va a ser de nosotros? Debemos intentar ser pacientes pero firmes, fomentarles una autoestima positiva, dejarles elegir, enseñarles a resolver los problemas, mantener la familia unida, y sobre todo darles permiso para ser felices.

Mis derechos tras la muerte de un ser querido.

1. Tengo derecho a tener mis sentimientos por la muerte de un ser querido.
2. Tengo derecho a hablar de mi dolor siempre que tenga ganas.
3. Tengo derecho a expresar los sentimientos a mi manera.
4. Tengo derecho a que los demás me ayuden a sobrellevar el dolor.
5. Tengo derecho a disgustarme con los problemas normales y cotidianos.
6. Tengo derecho a sufrir oleadas de dolor.
7. Tengo derecho a utilizar mi fe en Dios para encontrarme mejor.
8. Tengo derecho a preguntarme por qué ha muerto la persona querida.
9. Tengo derecho a recordar a la persona que ha muerto y hablar de ella.
10. Tengo derecho a seguir adelante y, con el tiempo sentirme bien.


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