martes, 24 de octubre de 2017

FIN A LAS RABIETAS



LAS RABIETAS


Las rabietas forman parte del desarrollo evolutivo del niño y aparecen en torno a los 2 años y hasta los 4, últimamente se adelantan apareciendo entre el año y media y hasta los 5 años. Su sentido se fundamenta en la integración de la norma y las ideas del otro.

Son más frecuentes a horas del día en las que los niños están cansados, se intensifican entre los dos y los tres años, para ir disminuyendo en intensidad poco a poco.

Es una de las conductas más consultadas y su intervención va dirigida a disminuir su frecuencia, duración e intensidad.

La terapia debe ir dirigida a cambiar las cogniciones de los adultos que cuidan del niño, pueden pensar “pobrecito” o “no puedo verlo llorar”. Y fisiológica, técnicas de relajación para no atender a estas conductas.

Las consecuencias negativas de la rabieta es que puedan llegar a convertirse en conductas desadaptativas según el condicionamiento operante y si son generadoras de conflictos.

Un mal manejo de las mismas puede conllevar la aparición de trastornos de conducta como son el trastorno oposicionista desafiante, o el trastorno de conducta antisocial.

Hay que diferenciar entre actitud de desobediencia propia de la edad y desarrollo evolutivo del niño, frente a la agresión como habilidad para la resolución de conflictos que puede constituir un problema para el futuro de la vida del menor.

Al decir que la conducta de desobediencia sea propia de la edad, no quiere decir que no podamos hacer nada desde casa.

La intervención siempre se hará con el niño, y fundamentalmente con los padres.

Entre los 2 y los 7 años, utilizamos la técnica de extinción, suprimiendo el refuerzo de una conducta previamente reforzada.

Por ejemplo, en las rabietas la atención de los padres suele ser el refuerzo que las mantiene, por lo que no deberemos atender a este comportamiento. El éxito solamente viene por la aplicación continuada de este método.


Protocolo de actuación en la Técnica de extinción.

Cada vez que aparece la rabieta: Ignorar este comportamiento y continuar haciendo lo que se estaba haciendo.

• Decirle al niño cómo les hace sentir su comportamiento: “Me estoy enfadando mucho”.

• Anunciar la conducta alternativa que se espere lleve a cabo: “Cuando te tranquilices, te atiendo”.

 • Retirarse de la situación y esperar un tiempo (aproximadamente un minuto por año). Si el niño mantiene su actitud, seguir con sus quehaceres o iniciar otra actividad sin atenderle (explicar que atender es hablarle, quedarnos mirándole, cogerle en brazos, dar un grito…).

 • Pasado este tiempo volver donde está el niño y decirle nuevamente qué se espera que haga: “cuando te tranquilices, te atiendo”.

 • Cuando se tranquilice, por mucho tiempo que haya estado llorando, hay que premiar la nueva conducta que será la alternativa “como me gusta que estés así, tranquilo, ahora podemos hablar”. Este es el momento del refuerzo. Por mucho que les enfade su comportamiento anterior, para que su esfuerzo sirva hay que olvidar el acontecimiento tan rápido como lo hacen los niños.

 • Si durante la rabieta lleva a cabo más conductas desadaptativas: lanzar cosas al suelo, golpear el mobiliario, dar patadas o insultar, no se atenderán hasta que el niño se calme, nunca durante el enfado. Eso sí, primero irán los besos y la celebración por “lo que les gusta verlo así de tranquilo”.

Existen factores de aprendizaje previo que pueden hacer más resistente la extinción de la conducta.

• Cuanto más tiempo lleve produciéndose, más difícil es su desaparición.

• Si cada vez que aparece la rabieta se refuerza el comportamiento, la disminución de su aparición e intensidad se complica.

 • Si se han producido intentos de solución, en concreto si los padres han intentado mantener su criterio pero acaban cediendo a veces sí y otras no (refuerzo intermitente) la resistencia de la conducta problema se ve muy incrementada.

 • Cuando no se ha reforzado o no se ha enseñado la conducta alternativa, más difícil es su instauración y por tanto se complica el proceso de sustitución de la desadaptativa. Los niños con rabietas reciben mucho refuerzo a las conductas desadaptativas: no grites, no llores, no insultes y muy poco a las adaptativas: que bien cuando estás así tranquilo, me gusta que pidas las cosas con ese tono de voz por lo que la aparición de estas últimas disminuye o incluso desaparece. Esto hace que, la incorporación en el repertorio de conductas del niño tarde más

• Advertir a los padres que en el inicio de aplicación de la técnica se incrementará la frecuencia, intensidad y variedad de los comportamientos disruptivos. Suelen aparecer conductas más agresivas de las utilizadas hasta ese momento y solo si se aplica la extinción hasta conseguir el objetivo propuesto es válida la intervención. A partir de este primer momento comienza la disminución de la frecuencia, intensidad y duración de la conducta problema.

Una vez se decide intervenir con la técnica de la extinción han de ser constantes o se pueden producir los efectos contrarios, puesto que supondría reforzar de manera intermitente. El niño aprenderá que basta subir la intensidad de sus conductas disruptivas para ser atendido.

• Hacer aparecer el refuerzo siempre que aparezcan conductas alternativas y hacerlo combinado con la extinción la hace más eficaz. Si además la conducta alternativa es incompatible con la desadaptativa es más eficaz para conseguir el objetivo. Pedir lo que quiero tranquilo (alternativa a reforzar) es incompatible con exigir a gritos (a extinguir).

• Suele producirse la “recuperación espontánea de la conducta” extinguida, teniendo que volver a aplicar la técnica para su disminución/desaparición en la frecuencia de la conducta. La “recuperación espontánea” exige para su extinción de la aplicación exhaustiva del protocolo de actuación explicado en el punto anterior y su desaparición es mucho más rápida que en el inicio del proceso.

 • Cuando la conducta sea peligrosa para el niño (definir peligro con los padres) se retirará al niño de dicha situación, una vez desaparecido el peligro seguir aplicando el protocolo de actuación. Por ejemplo: Los niños durante el tiempo de extinción pueden coger instrumentos punzantes retirárselos tranquilamente y ponerlos fuera de su alcance será suficiente para poder seguir aplicando el protocolo de actuación.


Como dar una Orden:


1.      En un leguaje claro, con tono firme y convincente. Evitar los matices de suplica.

2.      Hacer respiraciones sucesivas para bajar los niveles de ansiedad.

3.      Hacer una pausa después de dar una orden, con objeto de asegurarme de si la orden ha sido comprendida.

4.      Dar la orden acercándome al niño y mirándolo a la cara.

5.      Ofrecerle comportamientos alternativos y dejarle claro que no haré lo que él quiere.

6.      Aprender a atender a lo que estoy haciendo ignorando la “rabieta” y reforzando las disminuciones en intensidad de la misma.


Reforzar los comportamientos positivos:

“Técnica pilla a tus hijos haciendo algo bien y díselo con un beso”.


Establecer el momento especial de cada uno con su madre:

-          Aumentar el tiempo que madre e hijo disfrutan juntos.

-          Reforzar la conducta adecuada y alternativa a las rabietas.


CONCLUSIONES

·        La extinción como técnica se muestra eficaz tanto el entrenamiento en tolerancia a la frustración como la disminución y/o control de las conductas impulsivas en edades tempranas.

·        La disminución de conductas disruptivas tiene que ir acompañada del aprendizaje de conductas alternativas que incorporar al repertorio de respuestas del niño y que se consigue cuando los padres las refuerzan.

·        La atención parental se muestra como el mejor refuerzo de las conductas del niño. Tanto para la desaparición de las disruptivas como para la aparición y mantenimiento de las adaptativas.

·        El entrenamiento de los padres en el manejo de operantes aumenta las posibilidades de generalización de la conducta adaptativa del niño.